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Nos hemos acercado al norte de África






Como ya conocemos por la comunicación que hicimos desde el Equipo General, del 15 al 28 de julio he participado en un campo de trabajo en Melilla junto a otras religiosas y religiosos, en total nueve congregaciones, convocados por la Confer –a través de USPA- y cuyo objetivo era acercarnos a la realidad de los refugiados y la emigración, vivir una experiencia de intercongregacionalidad y apoyar el trabajo que durante todo el año realizan las congregaciones presentes en Melilla.



Como podéis imaginar, ya solo ese triple objetivo estaba lleno de retos y al final de la experiencia, puedo decir con alegría y agradecimiento que merece la pena ACERCARNOS A ESE MUNDO, como a otros mundos diversos de los nuestros, pues hasta que no estás allí, toda palabra es teoría, toda opinión es desde lejos. 



El domingo 15 nos encontramos en nuestro colegio de Málaga quienes viajábamos de la península, pues en Melilla se nos unieron tres junioras recién profesas de la Congregación Divina Infantita, para completar el grupo de trabajo. Después de una rica comida y una acogida muy agradable por parte de nuestras hermanas, conocimos nuestros nombres, escuchamos expectativas, vimos un vídeo de aquella realidad a la que nos dirigíamos y fuimos creando grupo por el camino. 


Al hacer la travesía en el barco, experimentando la seguridad que allí te ofrecen y ver al mismo tiempo el mar en su negrura nocturna, ya te pones a pensar en lo que supone esa aventura a la que se lanzan en pateras tantos y tantas cada día: qué les mueve, por qué se mueven, qué buscan,… y vas guardando en el corazón esas y otras muchas preguntas que tendrán, o no, respuesta en el camino. (Ver en CEAR “el otro sonido del mar” https://www.cear.es/section-campanas-elotrosonidodelmar/. Las historias se pueden escuchar en twitter: https://twitter.com/hashtag/ElOtroSonidoDelMar?src=hash&lang=es ).


Nuestra llegada a Melilla fue una alegría, salieron a recibirnos varias religiosas y religiosos que allí viven. Esta experiencia de cercanía y servicio mutuo entre las congregaciones me hizo recordar con nostalgia y alegría la experiencia de Cuba, hacer todo entre todos y poner en común lo que cada cual tiene, tanto en la adversidad como en la fiesta. En nuestros días allí, pudimos constatarlo en muchos detalles cotidianos.


Las hermanas de la Divina Infantita abrieron su casa para acogernos: sus habitaciones, su comida, su trabajo, sus esperanzas e incertidumbres, fueron las nuestras durante esos quince días. Estas hermanas están en Melilla ya hace 93 años, tenían un colegio y, con la llegada de la inmigración, deciden transformar el colegio en casa de acogida para niñas hasta que cumplen los dieciocho años. 



Son niñas que sobre todo llegan de Nador (Marruecos), poco se sabe de sus familias… Están escolarizadas en los colegios de la ciudad, en la ESO o en algún curso que eligen: peluquería, azafata, camarera,… Recordé a nuestros proyectos con protección de menores, internados, etc. Ya sabemos lo que supone estar el día completo conviviendo, con lo que traen las relaciones interpersonales, de posibilidad y también de debilidad, de encuentros y desencuentros. 

Y en verano, ¿cómo ayudar a que el día se haga más llevadero? Las hermanas junto con una educadora, tienen un programa de estudio, talleres, playa, salida a la ciudad, etc y ese fue el trabajo al que nos sumamos, para apoyar y ofrecer a las niñas otro rostro, otras palabras, otra escucha distinta de la cotidianidad del curso, para ayudar a esas niñas y a las hermanas a tener un respiro en su trabajo, a descansar haciendo otras tareas que, al igual que las del curso, les sirvan para su crecimiento personal. 

Estábamos en esas actividades con las niñas repartidas en grupos: mayores, medianas y pequeñas; yo compartí con las mayores. Fue importante lo que hicimos en el estudio o en el taller, y más importante fue escuchar sus historias, oír su idioma, percibir el sonido distinto de sus cantos y apreciar sus bailes, en definitiva, acercarte a su mundo de adolescentes, mundo complicado de por sí, pero más complicado cuando dejaste tu casa, tu familia y tu país y sabes que estás en un lugar de paso, pues al cumplir los dieciocho años llega el momento de salir de ese nido, sin saber qué futuro te espera.

Ese presente donde cada niña es cuidada, y ese futuro incierto acompañado, me recordó a Bonifacia y su cariña a las niñas de la Reina…



El otro espacio de nuestra colaboración y trabajo fue el CETI -Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes- seguro hemos oído hablar de esos centros, existen en varios lugares y han sido creados por la administración española para dar respuesta al problema de la inmigración, ya desde los años 90. 


Lo que yo he recibido por las noticias en estos meses atrás acerca de estos centros, es muy controvertido, depende de quién te hable y desde dónde te hable, por eso, quiero expresar lo que yo personalmente viví allí, mi experiencia, que puede ser rebatida y cuestionada, sólo es eso, mi experiencia. 

El CETI es un lugar de tránsito, la mayoría de las personas allí acogidas sus subsaharianas que han dejado sus países por la guerra, la violencia, el hambre,… Hay niños, jóvenes, adultos… personas solas, o en familia, etc. 

Cuando llegamos y recorrimos todas las dependencias que nos mostraron, encuentras un lugar agradable, alegre, ves a personas lavando sus ropas, descansando, paseando, en clases,… hay jardines bien cuidados, instalaciones limpias, te cruzas con las personas y te llegan saludos con sonrisas y múltiples sonidos de los distintos idiomas. 

Al ser verano la vida es en la calle, quien sabe de peluquería corta el pelo a quien lo necesita, otros juegan juegos de mesa, otros han salido a la ciudad,… 

¡Pues nuestro trabajo consistió en dar clases de alfabetización a estas personas! Ya lo hace el centro a lo largo del año y, al saber que nosotros llegábamos, reforzaron los grupos de alfabetización para llegar a más y ese fue mi trabajo cada tarde.

Cuando recuerdo ese servicio, tengo en mi corazón y en mi retina las caras de 25 jóvenes, más hombres que mujeres, que iban entrando en el aula el primer día; cuando me vi frente a ellos, repartiendo en silencio y sonriente libretas, boli y carpeta para los que no tenían y se presentaban en clase de español por primera vez, sus caras estaban sorprendidas, a la expectativa, ¡igual que yo!… 

Y ahí comenzó la creatividad, pensé en muchas ssj maestras de toda la vida que os conozco y os imaginé allí, inventando la comunicación con gestos, sonidos, muecas, fichas,… sacando los recursos que nos ha enseñado la pedagogía y el sentido común con la experiencia de la vida. 

Enseñé a presentarse con frases cortas, con su nombre, profesión y país, a pedir algo por favor, los números, los días de la semana y los meses al poner la fecha, a saludar en lo cotidiano y en los distintos momentos del día,…ellos escribían, alzaban la mano para preguntar, yo respondía en español o en mi pobre francés para hacerme entender, les invitaba a repetir y repetir cada pequeña frase, unos a otros, diciendo: “yo…”, “ tú…” ,“nosotros…”, nadie se reía de nadie, todos se apoyaban y se alegraban cuando lo expresaban correctamente, iban aprendiendo muchas palabras que luego pueden utilizar, así de sencillo fue ese servicio, la hora de clase me parecía muy poco… hubiera dado más, y ¡sus caras de interés y agradecimiento, no se me han olvidado! 


El fin de semana fuimos a Nador, nos vinieron a buscar en coche y así cruzamos la frontera, son 15 Km lo que separa Nador de Melilla, de repente estás en Marruecos…



Una vez más encuentras la experiencia inter, son cuatro congregaciones que trabajan en Nador: Franciscanas Misioneras de la Caridad, Jesuitas, Divina Infantita e Hijas de la Caridad, con muchos proyectos a favor de esa población marroquí: comedores, alfabetización, talleres de costura, guardería, centro de acogida para personas mayores sin techo,… y lo más sorprendente, la Delegación de Emigración, donde hay representantes de cada una de las cuatro congregaciones junto con tres mujeres laicas. Su trabajo es ir al Monte Gurugú donde hay miles y miles de refugiados que llegan cada día traídos por las mafias y donde se albergan, sin condición digna ninguna, a la espera de poder pasar a Europa. 

Esta Delegación ofrece servicio de salud, trayendo a la ciudad a personas enfermas al hospital, y servicio socio-psicológico de apoyo y acompañamiento. Les llevan comida, ropa, y sobre todo SE ACERCAN A ESE MONTE tan lleno de sufrimiento y de esperanza al mismo tiempo. 

No puedo olvidar lo que le escuchamos a Sor Francisca, llorando ella y nosotros también, al relatar historias reales, de mujeres embarazadas que pierden su embarazo o que ven morir sus hijos recién nacidos, mujeres violadas en algún momento de ese largo recorrido que hacen desde que salen de su país, niños que no aguantan y mueren, hombres golpeados por la policía,…


“Esta es la esclavitud del mundo de hoy”, nos decía ella. Y ahí están, ahí están estas hermanas y hermanos nuestros sirviendo, acercándose a esa realidad cruel y tratando de remediar con su aliento y ánimo el camino de tantos que sufren por huir del sufrimiento. 


Tuvimos la oportunidad de recorrer en dos coches el monte Gurugú, pasamos cerca de los campamentos a los que lógicamente no podíamos acceder, solo ver ese lugar, pensar en las personas que allí están y sentir el dolor de sus vidas, me estremeció…

Estoy escribiendo esta reseña y en la oración comunitaria de hoy hemos rezado: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”. (2 Corintios 1,3-5)

¡Quiero hacer mío el sufrimiento de mis hermanas y hermanos! 

Son miles de personas que tratan de saltar la valla probando suerte una y otra vez, para llegar a Europa. Personas escondidas por miedo a la gendarmería marroquí, que les pegan y maltratan sin consideración. Personas que siguen llegando, con muchos kilómetros recorridos, soñando un lugar tranquilo para vivir. 

Recorrimos el perímetro de esa valla, al regresar a Melilla primero por la parte marroquí y después por la parte española, íbamos en silencio: contemplando, imaginando, entendiendo tal vez,… de uno y otro lado hay concertinas, de uno y otro lado se siente que hay prohibición y maltrato, caminos cerrados, posibilidades negadas,… ¿por qué? 

A lo largo de estos días ha venido a mí ese canto del grupo Aim Karem, de nuestras hermanas Carmelitas Vedruna titulado NO HAY FRONTERAS, lo he tarareado muchas veces en mi interior, pues tal vez sin darnos cuenta creamos a nuestro alrededor fronteras que cierran el paso y maltratan.  

“Abrásanos en el fuego de tu amor, incendia nuestros corazones y que este amor, transforme las fronteras en abiertos horizontes. Entonces, por tu Gracia, ampliaremos el espacio, ensancharemos nuestra tienda, celebraremos la Fiesta común, compartiremos tu Mesa”, dice parte del canto. 

Otra experiencia que tuvimos la dicha de vivir fue el encuentro con otros credos. En Melilla existe una plaza que se llama de las cuatro culturas, en la ciudad conviven realmente hindúes, islamistas, judíos y cristianos. Cada día, después del trabajo en el CETI y en el centro de Divina Infantita, tuvimos la posibilidad de visitar un templo hindú y una mezquita, no pudimos ir a la sinagoga, que también estaba previsto. Encuentros así, aunque pequeños, te abren la mente y el corazón y te recuerdan las palabras de Jesús “no se impidáis...” (Mc 9, 39) 

Por eso, de esas congregaciones que están allí, además de su trabajo, admiró su capacidad para estar en un lugar donde se es minoría. El domingo en Nador, estábamos en misa los religiosos y religiosas, nadie más. Y pensé “… qué buena es la experiencia de estar en lugares donde no somos mayoría, donde otras voces, credos, sonidos, gustos,…tienen la fuerza, la palabra”. Tal vez estamos acostumbradas a ser mayoría en nuestros espacios, los que dominamos y siento por dentro que en un mundo tan plural como es el nuestro, también en nuestro mundo congregacional, necesitamos valorar y acoger la pluralidad, la diversidad, con un corazón desprendido, que busca el bien de todos, sea de la raza y la religión o el partido que sea. 

Me quedo con la frase de Gandhi en este cuadro que había en el templo hindú, me gustaría verla algún día en nuestras iglesias… 

También tuvimos tiempo dedicado a escuchar a otras instituciones que favorecen a los inmigrantes y refugiados en Melilla, así visitamos “Melilla acoge”, y recibimos en nuestra casa a los abogados del Servicio Jesuita a migrantes España “SJM-E”. Lo importante de estos encuentros fue escuchar sus experiencias llenas de creatividad y solidaridad con los refugiados, sus posibilidades y límites y nuevamente valorar SU ESTAR ALLÍ. 

Voy terminando, sé que con nuestra estancia de quince días no hemos resuelto el problema de la inmigración, pero sí estoy segura de que ese mundo ha tocado mi sensibilidad y ha hecho que no me sienta ajena al dolor de quienes sufren hoy y necesitan nuestra mirada, nuestra atención, nuestra cercanía. En la evaluación que hicimos de lo vivido, soñamos ya con el próximo campo de trabajo en este norte de África que nos necesita y al que necesitamos acudir para ESTAR Y APRENDER. 

Gracias, he sentido que me acompañabais en esta experiencia.


Ana Ferradas. 
14 de agosto 2018.


OTROS TESTIMONIOS DE COMPAÑEROS EN ESTA EXPERIENCIA



Comentarios

  1. Magda Albertos ssj17 de agosto de 2018, 16:02

    Gracias por tu compartir y por haber podido vivir esta experiencia, a veces es poco lo que tenemos que hacer para "vivir en salida", pero parece que nos cuesta mucho, estamos atrapadas en tantas cosas...
    Que el Señor, nos siga inquietando a cada una a "salir" a dejar comodidades, esquemas y correr esos pequeños riesgos, son tan pequeños en relación a los que corren l@s pobres!
    Gracias porque me siento parte como sierva de san José, y al mismo tiempo siento la impotencia de "salir" e ir generando "salidas", poniendo claras señales de Reino.
    Para to@s los que se arriesgan GRACIAS!

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  2. María Pía- Perú21 de agosto de 2018, 12:48

    Emocionante experiencia, querida Ana, una comunicación desde el corazón.Gracias por compartir esta vivencia. Me siento involucrada en ella, con mi oración, y divulgando lo mucho que podemos dar desde el amor en cada circunstancia y contexto en el que estamos.Un gran abrazo para ti y para todos y todas las que te han acompañado.

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  3. Marleny Gallego A.27 de agosto de 2018, 23:36

    Gracias Ana por esa experiencia que viviste, ya al leerla me transporte allí y daba gracias a Dios por la presencia de los religiosos y laicos, por el deseo de sembrar y fortalecer la esperanza en aquellos seres humanos que a veces sienten perdida, gracias por mostrar al Jesús de Nazaret cercano , animando y levantando... en poco tiempo viviste muchas cosas que nos pudiste compartir y a la vez unirnos desde lejos en esa experiencia ! nuevamente G R A C I A S.¡

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  4. AUNQUE UN POCO MAS TARDE ... UN GRACIAS POR TU APORTE ANA ... OJALA SIGAMOS OTRAS PUDIENDO ABRIR CAMINOS ... CONOCER OTRA MANERA PARA SER FIELES AL PUEBLO QUE CLAMA HOY EN NUESTROS RINCONES DEL MUNDO DONDE ESTAMOS O DONDE SE NOS INVITA A COMPARTIR EL PESO ... PIENSO EN FRONTERAS COMO LA DE VENEZUELA CON COLOMBIA O LA EEUU CON MEJICO... O CANADA CON EEUU.. Y OTROS QUE TAL VEZ NI CONOZCAMOS... GRACIAS ANA.. GRACIAS A LA IGLESIA EN VC Y LAICAL QUE DAN LA VIDA CADA DIA EN ESE LUGAR CONCRETO... SEGUIMOS UNIDAS THANK YOU

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