Gracias Señor por todo, gracias por mis hermanas, gracias por el pueblo cubano que me acogió con generosidad y acompañó estos años de estadía en esta isla de encanto… un pueblo que en medio de sus debilidades, tristezas y zozobras es capaz de festejar y celebrar la vida… tejiendo día a día la cotidianidad que enriquece el alma más que los bienes.
Gracias por mis hermanas
de comunidad que si bien cada una distinta, fuimos creando Nazaret en el lugar
de vida y misión buscando ser fieles al querer del espíritu de Bonifacia y
Butinyá en esos plantíos de tierras cubanas que son cada hogar que visitamos,
cada pueblo donde llegamos a ser y percibir entre el pueblo las semillas de la Buena
Noticia.
Gracias a la Iglesia de
Cuba, laicos, diáconos, VC, Clero…el pueblo… que con su gentileza y sonrisas
envueltas de palabras sabrosas de gratitud no dejó de integrarme en sus
proyectos y contar conmigo y mi pequeña semilla nazarena que pude aportar desde
mí ser de mujer trabajadora consagrada ssj.
Gracias al mundo
trabajador pobre en particular los integrantes del Taller Madre Bonifacia,
donde cada día íbamos haciendo con pequeños gestos presente el sueño de Santa
Bonifacia y Padre Butinyá aquí en tierra cubana. No bajen nunca los brazos,
busquen siempre contemplando la obra de sus manos, descubrir que en ellas se
mueve el corazón de Dios que guía y orienta para que vivan profundamente desde
la sabia del trabajo hermanado con la oración. Que Jesús de Nazaret les aliente
mientras van cantando y dando pasos rítmicos a la industria cristiana en esta
tierra de tanta vida y espíritu de grandeza en lo pequeño y oculto de cada día.
Animo y a ser buenos trabajadores/as al estilo de Bonifacia que vela sobre el
taller.
Gracias a tantos rostros
que en el día a día saludaban y acogían con agrado el pasar de esta hija de la
tierra hermana, y al percibir toda esta vida y generosidad poco a poco y sin
duda comprendí mejor el decir: “somos las dos alas del mismo pájaro…” gracias a
cada uno/a por su acogida y ser de vecinos en la cotidianidad.
Gracias hermanas, y que la vida nos siga sonriendo,
seguimos siendo fieles y aportando el hilo del colorido de Nazaret y juntas
vamos tejiendo reino dondequiera que estemos, porque allí donde la voluntad de
Dios nos lleva, es ahí donde estamos llamadas a crecer y dar fruto en
abundancia.
Gracias hermanas y
hermanos cubanos... Gracias laicos/as Josefinos/as, gracias Cuba y un Hasta
luego… los llevo en el corazón… oremos mutuamente para que todos y todas seamos
fieles y vayamos dejando huellas de Nazaret al caminar.
Creo en la mirada de Dios
sobre Cuba… seamos fieles a dejarnos mirar con amor misericordioso y generar
vida desde el alimento sabroso del Pan de Vida que nos sostiene y alienta cada
día. ¡Gracias!
Ived del Valle Reyes, ssj
14 de abril – La Habana
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