Manuela Pérez Blanco ha sido enviada a la comunidad del Barrio Buenos Aires desde la comunidad de MM. Mayores a las que lleva atendiendo como enfermera nada más y nada menos que 33 años. Un cambio que después de tantos años de trabajo intenso, necesitaba y merecía.
Han sido muchas las hermanas a las que ha cuidado en su enfermedad, las ha acompañado a consultas, ha presenciado sus intervenciones en el quirófano, las ha velado en hospitales, las ha atendido a nivel humano y cristiano en el momento de su muerte. Siempre disponible, de día y de noche.
El día 8 de septiembre, festividad de la Virgen de la Vega, la comunidad de MM. Mayores la despidió fraternalmente con una Eucaristía en la que Manuela dio las gracias por los años dedicados a estar con nuestras hermanas mayores y enfermas, de las que dijo había aprendido muchas cosas buenas. También pidió perdón por lo que no hubiera hecho bien. Era mucha la emoción, eran muchas las vivencias y los recuerdos, y su corazón estaba lleno de agradecimiento a Dios, a la Congregación, a la comunidad y al personal que colabora en la atención a nuestras hermanas mayores. Junto a la Eucaristía, la comida especial y un regalo de la comunidad como expresión de cariño agradecido. El mismo día 8, Manuela marchó a su nueva comunidad.
El día 13 de septiembre, el personal que trabaja en la Casa de MM. Mayores, le organizó un encuentro sorpresa, en una cafetería cercana. A Manuela le habían dicho Olga (Coordinadora por la empresa de la Junta de Castilla y León) y Magda (Coordinadora por la empresa del personal de la Casa), que querían tomar un café con ella. Fue tan solo una disculpa para que no sospechara nada.
Cuando llegó al lugar señalado, vio con asombro que allí la esperaban las trabajadoras de la Casa, los fisio y hasta la médico de la Seguridad Social que las atiende, Dª Concha Maestre. Manuela no pudo menos de conmoverse profundamente y las lágrimas manifestaban su emoción y sorpresa.
Con todo cariño y después de compartir un café con ellas, el personal le regaló una cadena y una preciosa medalla de oro con la efigie de santa Bonifacia y una dedicatoria en el reverso. Dª Concha, le colocó la medalla, quien también le hizo un regalo personal.
Unas fotos de este sencillo e importante gesto nos dejan el recuerdo de agradecimiento y cariño mutuos por los años de trabajo y convivencia al servicio de nuestras hermanas mayores. La tarjeta firmada por todos los presentes tenía este significativo texto: Tú te vas… y nosotros te echaremos de menos.- Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Sin embargo… en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurarán siempre las huellas del camino enseñado. (Madre Teresa de Calcuta).- Gracias por compartir un pedacito de tu vida con nosotros. Gracias por tanto.
El personal valora de Manuela, especialmente su cercanía, su entrega generosa, su apoyo y buena relación con todas, lo que han aprendido de ella y alguna la define como “fiel enfermera”.
Ella está muy agradecida a su comunidad, al personal que ha colaborado codo a codo con ella, de quienes guarda preciosos recuerdos y han sido para ella una valiosa ayuda.
Ahora empieza otra etapa, pero todo lo vivido es don y luz para seguir viviendo.
De todo corazón le deseamos, que descanse, que siga feliz dando lo mejor de sí misma que es mucho, y que todo lo que ha sembrado con su disponibilidad, entrega incondicional y su buen hacer como enfermera y como Sierva de san José, siga dando fruto abundante.
Gracias, Manuela.
Rosario Hernández, ssj
Qué emocionante despedida, qué lindo y cariñoso compartir lleno de detalles y agradecimiento. Gracias, Rosario, por habernos transportado el corazón a esos tiernos momentos.Gracias, Manuela, por cuidar con tanto cariño y fidelidad a nuestras hermanas mayores.
ResponderEliminarQué precioso lo has expresado Rosario. Gracias. Ha sido un placer conocer y compartir estos años con la madre Manuela, tantos momentos vividos en esa Comunidad tan querida para todas las trabajadoras. Es una gran mujer, una trabajadora incansable, entregada al cien por cien a las hermanas enfermas y cómplice y comprensiva con todas nosotras. Nos ha hecho fácil el trabajo y se ha ganado nuestro cariño y nuestra amistad con creces.
ResponderEliminarGracias Manuela. Personas como tu siempre cuestionan la vida y demuestran que la bondad no necesita altavoces, se propaga y se percibe en el silencio.
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